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17 jun 2010

Pronto un espectacular atrapa-mosquitos diseñado geneticamente para combatir la malaria. viva el ser humano.

El mosquito de la malaria es un sabueso

El mecanismo de olfateo del insecto puede ofrecer nuevas vías de prevención COMO UN Espectacular atrapa-mosquitos diseñado geneticamente para combatir la malaria. viva el ser humano. Los mosquitos que transmiten la malaria son capaces de olfatear a las personas, pero hasta ahora nadie sabía muy bien cómo. Un estudio que publica hoy Nature desvela una intrincada red de detectores que convierten al Anopheles gambiae, uno de los principales transmisores de la enfermedad, en un sabueso que rastrea el olor del sudor, el aliento y la piel humana.

Lo hace para buscar su alimento, pues las hembras de esta especie beben sangre. El contagio de la malaria se produce cuando un mosquito se ceba primero en una persona enferma y luego en otra sana, transmitiendo el parásito que provoca la enfermedad. Cerca de un millón de personas muere cada año de malaria, la mayoría de ellas en África, donde el A. gambiae es el principal mensajero de esta enfermedad.
Los responsables del estudio, de la Universidad de Yale (EEUU), han desvelado las claves genéticas del olfato del mosquito. Ahora que conocen cuáles son los olores que más le atraen, creen que tal vez puedan engañarle para llevarle a una trampa y evitar así que pique a una persona sana.
Los insectos huelen gracias a neuronas olfativas especializadas en diferentes olores. Lo hacen mediante genes receptores que se activan ante la presencia del olor de una manzana, en el caso de la mosca de la fruta, o el sudor, en el caso del A. gambiae.

Neuronas huecas

En 2004, John Carlson y su equipo demostraron que se puede vaciar una neurona de la mosca de la fruta una especie muy usada en el laboratorio para probar en ella las propiedades de un receptor olfativo. Ahora han usado la misma técnica para expresar, en esas neuronas huecas, más de 70 receptores de los mosquitos maláricos. Han comprobado que funcionan como neuronas originales del insecto y han desvelado cómo cooperan para oler 110 compuestos que desprenden las personas y otros característicos de los nidos donde ponen sus huevos.
El estudio ha desvelado un grupo de especialistas que ayudan al insecto a detectar a sus presas. Se trata de receptores que sólo se activan ante la presencia de compuestos como el indol, un componente mayoritario del sudor y el aliento humano. Otros se activan sólo ante químicos de la orina o de la flora bacteriana de la piel. En comparación con la mosca de la fruta, el Anopheles muestra un olfato afinado durante millones de años en detectar los productos químicos que desprende el cuerpo humano. El trabajo puede ayudar a crear nuevos repelentes y trampas que disminuyan la enorme incidencia de la enfermedad, concluyen los autores.
La malaria (o paludismo) es responsable de la muerte de uno de cada seis niños en África. El último informe de UNICEF y la Alianza Roll Back Malaria (Hacer Retroceder la Malaria) revela que, aunque se han registrado avances notables en el control de la enfermedad, el objetivo de reducir a la mitad la amenaza mundial de la enfermedad para 2010 continúa siendo una quimera.

El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) ha presentado esta semana, con motivo de la celebración el próximo 25 de abril del Día Mundial de la Malaria, un informe que muestra cómo la mortalidad infantil en los países afectados por la malaria se puede reducir un 20% si se duerme bajo mosquiteras impregnadas con insecticidas de larga duración.

El aumento de los fondos destinados a la lucha contra la malaria (también conocida como paludismo) es clave en el proceso de control y futura erradicación de la enfermedad, tal y como ha quedado demostrado con la experiencia positiva de varios países africanos.

“Invertir en el control de la malaria es salvar vidas y cosechar frutos de largo alcance para los países afectados”, explica Coll Seck, director ejecutivo de Roll Back Malaria. No obstante, “sin una financiación estable y previsible, la significativa contribución del control de la malaria para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) podría dar marcha atrás”, añade.

El informe subraya que, entre 2004 y 2009, la financiación externa para combatir la enfermedad se ha multiplicado por diez, hasta alcanzar los 1.800 millones de dólares en 2009; que la producción de mosquiteras tratadas con insecticidas se ha multiplicado por cinco, hasta llegar a los 150 millones en todo el mundo; y que la distribución de terapias combinadas con artemisinina (ACT, por sus siglas en inglés) se ha multiplicado por 30, situándose en 160 millones de dosis a día de hoy.

No obstante, aunque la financiación global anual se acerca ya a los 2.000 millones de dólares, dicha cantidad sigue quedándose lejos de los 6.000 millones de dólares requeridos anualmente por el Plan de Acción Global contra la Malaria (GMP, por sus siglas en inglés) para garantizar la cobertura universal de las intervenciones anti malaria en 2010. La mayor parte de los fondos se destinan a África, donde se registran el 89% de las muertes por malaria en el mundo (850.000 en el año 2008).

Más de 500 millones de infecciones al año

La Organización Mundial de la Salud (OMS) baraja unas cifras dramáticas: la malaria amenaza al 40% de la población mundial. Su parásito infecta a más de 500 millones de personas cada año y causa la muerte de más de un millón. El África subsahariana soporta la mayor carga de paludismo, pero la enfermedad también afecta a Asia, América Latina, el Oriente Medio e incluso a partes de Europa.

La enfermedad puede ser causada por una o varias especies del parásito Plasmodium. Tan sólo las hembras de mosquitos son capaces de transmitir la enfermedad, ya que son las únicas que se alimentan de sangre para poder madurar los huevos. La única forma posible de contagio directo entre humanos es que una mujer embarazada lo transmita por vía transplacentaria al feto, por la transmisión directa a través de la picadura de un mosquito, o por transfusiones sanguíneas de donantes que han padecido la enfermedad.

Entre los síntomas del paludismo destacan la fiebre, las cefaleas y los vómitos, que generalmente aparecen 10 a 15 días después de la picadura del mosquito. Si no se trata, el paludismo puede poner en peligro la vida del paciente en poco tiempo. En muchas zonas del mundo los parásitos se han vuelto resistentes a varios antipalúdicos.

Fuente: SINC