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4 may 2010

Dura.


Dura la situación que plasmo en estas líneas.
Dura la sensación de querer y no ser correspondido.
Duro es saber que la persona por quien tiemblas, sonríes o lloras, no siente lo mismo por ti.
Que tus acciones no son lo suficientemente fuertes o importantes para estremecer su existencia, lograr que su día sea distinto porque tú estás allí,
y conseguir que diga que está feliz a tu lado,
y recuerde cada beso y cada momento como tú lo haces.
Duro es idear cada día una forma de conquistar su corazón,
y luego darte cuenta que fracasaste en el intento,
que sus pensamientos no han cambiado,
y que no hay un atisbo de amor compartido.
Duro es luchar por un cofre para descubrir que está vacío,
y que no tiene nada que ofrecerte,
pero más duro aún es preferir conservarlo así a tu lado,
porque es lo que siempre habías querido: tenerlo cerca.
Dicen que si cayó el Muro de Berlín es factible que caiga cualquier cosa,
pero hay decisiones que son como unas murallas muy difíciles de derrumbar,
por más que haya interesados tratando de hacerlo.
Porque si algo es bien sabido es que, no importa el instante ni cuánto lleve,
cada quien es dueño de sus actos y decide quién entrará y saldrá de su vida.

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