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4 may 2010

(gabriel garcia marquez)mi autor favorito

En su faceta de narrador (que ha sabido compaginar de manera magistral con la de reportero), Gabriel García Márquez, premio Nobel de Literatura en 1982, ha dado cabida al amor y sus diversas manifestaciones en la gran mayoría de sus obras importantes.
Aparte de Cien años de soledad, toda una oda y alegoría a la perpetuación de la especie materializada en la familia Buendía, el Gabo escribió El amor en los tiempos del cólera, una novela inspirada en una historia de amor que dura "cincuenta y tres días, ocho meses y once días con sus noches" entre Florentino Ariza y Fermina Daza.

De igual manera no hay que olvidar la novela epónima que da nombre a este blog: Del amor y otros demonios, y Crónica de una muerte anunciada, una historia de amor, honor y destino, que García Márquez remató realmente años después de su publicación en una nota de prensa llamada "El cuento del cuento" .

Más recientemente, en 2004, publicó lo que hasta el momento es su última obra: Memorias de mis putas tristes. Una novela, más bien corta, en la que el escritor costeño retoma tres temas reiterados en su narrativa: el amor, la vejez y la muerte, a través de un encuentro platónico entre un nonagenario cumpleañero y una adolescente virgen.

De estas obras, además del resto de sus numerosos cuentos y notas de prensa, se pueden extraer muchas frases que pueden ser útiles para alegrarse o para deprimirse, pero que en conjunto dan una idea bastante exacta de cómo este genio de la prosa universal concibe el amor. He aquí unas pocas de ellas:

"...Y esa mirada casual fue el origen de un cataclismo de amor que medio siglo después aún no había terminado..." El amor en los tiempos del cólera (Primera edición) Bogotá: Oveja Negra, p.80)

"...Se puede estar enamorado de varias personas a la vez, y de todas con el mismo dolor, sin traicionar a ninguna..." (Ob. cit., p. 370)

"...Las mujeres piensan en el sentido oculto de las preguntas más que en las preguntas mismas..." (Ibíd., p. 382)

"Ángela Vicario descubrió entonces que el odio y el amor son pasiones recíprocas..." Crónica de una muerte anunciada (Primera edición) Bogotá: Oveja Negra, p. 122

"Descubrí, en fin, que el amor no es un estado del alma sino un signo del zodíaco" Memorias de mis putas tristes (Primera edición) Bogotá: Editorial Norma p. 83.

"Aquella tarde(...) comprobé que no sólo era posible, sino que yo mismo, viejo y sin nadie, estaba muriéndome de amor". Ob. cit. p. 66

cien años de soledad. Un mapa que conduce a otro mapa que conduce a otro mapa que deja un barco en donde no debería estar. Hay 22 pistas. Y todo comienza con Mequíades, la carta cero del tarot.


La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber que nunca lo podrás tener.
La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado.

El problema del matrimonio es que se acaba todas las noches después de hacer el amor, y hay que volver a reconstruirlo todas las mañanas antes del desayuno.

Hay que ser infiel, pero nunca desleal.
El día que la mierda tenga algún valor, los pobres nacerán sin culo.
Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía.
Así es -suspiró el coronel-. La vida es la cosa mejor que se ha inventado.

Los seres humanos no nacen para siempre el día en que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga a parirse a sí mismos una y otra vez.
La vida no es sino una continua sucesión de oportunidades para sobrevivir.
biografia

Con su hijo, Gonzalo, y su exposa, Mercedes (Gamma-Liaison)


      Gabriel José García Márquez  nació en Aracataca (Colombia) en 1928. Cursó estudios secundarios en San José a partir de 1940 y finalizó su bachillerato en el Colegio Liceo de Zipaquirá, el 12 de diciembre de 1946. Se matriculó en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Cartagena el 25 de febrero de 1947, aunque sin mostrar excesivo interés por los estudios. Su amistad con el médico y escritor Manuel Zapata Olivella le permitió acceder al periodismo. Inmediatamente después del "Bogotazo" (el asesinato del dirigente liberal Jorge Eliécer Gaitán en Bogotá, las posteriores manifestaciones y la brutal represión de las mismas), comenzaron sus colaboraciones en el periódico liberal El Universal, que había sido fundado el mes de marzo de ese mismo año por Domingo López Escauriaza.

      Había comenzado su carrera profesional trabajando desde joven para periódicos locales; más tarde residiría en Francia, México y España. En Italia  fue alumno del Centro experimental de cinematografía. Durante su estancia en Sucre (donde había acudido por motivos de salud), entró en contacto con el grupo de intelectuales de Barranquilla, entre los que se contaba Ramón Vinyes, ex propietario de una librería que habría de tener una notable influencia en la vida intelectual de los años 1910-20, y a quien se le conocía con el apodo de "el Catalán" -el mismo que aparecerá en las últimas páginas de la obra más célebre del escritor, Cien años de soledad (1967). Desde 1953 colabora en el periódico de Barranquilla El nacional: sus columnas revelan una constante preocupación expresiva y una acendrada vocación de estilo que refleja, como él mismo confesará, la influencia de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna. Su carrera de escritor comenzará con una novela breve, que evidencia la fuerte influencia del escritor norteamericano William Faulkner: La hojarasca (1955). La acción transcurre entre 1903 y 1928 (fecha del nacimiento del autor) en Macondo, mítico y legendario pueblo creado por García Márquez. Tres personajes, representantes de tres generaciones distintas, desatan -cada uno por su cuenta- un monólogo interior centrado en la muerte de un médico que acaba de suicidarse. En el relato aparece la premonitoria figura de un viejo coronel, y "la hojarasca" es el símbolo de la compañía bananera, elementos ambos que serían retomados por el autor en obras sucesivas. 
     
En 1961 publicó El coronel no tiene quien le escriba, relato en que aparecen ya  los temas recurrentes de la lluvia incesante, el coronel abandonado a una soledad devastadora, a penas si compartida por su mujer, un gallo, el recuerdo de un hijo muerto, la añoranza de batallas pasadas y... la miseria. El estilo lacónico, áspero y breve, produce unos resultados sumamente eficaces. En 1962 reúne algunos de sus cuentos -ocho en total- bajo el título de Los funerales de Mamá Grande, y publica su novela La mala hora
     
Pero toda la obra anterior a Cien años de soledad es sólo un acercamiento al proyecto global y mucho más ambicioso que constituirá justamente esa gran novela. En efecto, muchos de los elementos de sus relatos cobran un interés inusitado  al ser integrados en Cien años de soledad. En ella, Márquez edifica y da vida al pueblo mítico de Macondo (y la legendaria estirpe de los Buendía): un territorio imaginario donde lo inverosímil y mágico no es menos real que lo cotidiano y lógico; este es el postulado básico de lo que después sería conocido como realismo mágico. Se ha dicho muchas veces que, en el fondo, se trata de una gran saga americana. Macondo podría representar cualquier pueblo, o mejor, toda Hispanoamérica: a través de la narración, asistimos a su fundación, a su desarrollo, a la explotación bananera norteamericana, a las revoluciones, a las contrarrevoluciones... En suma, una síntesis novelada de la historia de las tierras latinoamericanas. En un plano aún más amplio puede verse como una parábola de cualquier civilización, de su nacimiento a su ocaso. 
     
Tras este libro, el autor publicó la que, en sus propias palabras, constituiría su novela preferida:  El otoño del patriarca (1975), una historia turbia y cargada de tintes visionarios acerca del absurdo periplo de un dictador solitario y grotesco. Albo más tarde,  publicaría los cuentos La increíble historia de la cándida Eréndira y de su abuela desalmada (1977), y Crónica de una muerte anunciada (1981), novela breve basada en un suceso real de amor y venganza que adquiere dimensiones de leyenda, gracias a un desarrollo narrativo de una precisión y una intensidad insuperables. Su siguiente gran obra, El amor en los tiempos del cólera, se publicó en 1987: se trata de una historia de amor que atraviesa los tiempos y las edades, retomando el estilo mítico y maravilloso. Una originalísima y gran novela de amor, que revela un profundo conocimiento del corazón humano. Pero es mucho más que eso, debido a la multitud de episodios que se entretejen con la historia central, y en los que brilla hasta lo increíble la imaginación del autor.
     
En 1982 le había sido concedido, no menos que merecidamente, el Premio Nobel de Literatura. Una vez concluida su anterior novela vuelve al reportaje con Miguel Littin, clandestino en Chile (1986), escribe un texto teatral, Diatriba de amor para un hombre sentado (1987), y recupera el tema del dictador latinoamericano en El general en su laberinto (1989), e incluso agrupa algunos relatos desperdigados bajo el título Doce cuentos peregrinos (1992). Nuevamente, en sus últimas obras, podemos apreciar la conjunción de la novela amorosa y sentimental con el reportaje: así en Del amor y otros demonios (1994) y Noticia de un secuestro (1997). Ha publicado también libros de crónicas, guiones cinematográficos y varios volúmenes de recopilación de sus artículos periodísticos: Textos costeños, Entre cachacos, Europa y América y Notas de prensa
     
Recientemente, la editorial Alfaguara ha publicado una completa biografía de Gabriel García Márquez, Viaje a la semilla, de Dasso Saldívar. Finalmente, a quien le interese la voz directa de García Márquez, podrá consultar el libro de entrevistas El olor de la papaya (1982). O, mejor aún, los sucesivos tomos que constituirían la extensa autobiografía del autor, Vivir para contarlo, cuyo ejercicio, según el propio García Márquez constituye, básicamente, una garantía para mantener "el brazo caliente" entre dos  novelas.

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