Una de las cosas que hacemos desde nuestra mentalidad es que le damos continuamente significados a lo que nos ocurre. Es decir, sacamos conclusiones acerca de lo que las cosas son.
Esas cosas—eventos, personas, situaciones, cambios, retos—pasan a ser para ti no lo que son, sino lo que terminan significando para ti.
Por ejemplo, imagina que le propones algo a alguien. Puede ser a tu pareja, a un cliente, a tu jefe… Estás proponiendo algo para que por supuesto te digan que sí. Eso es lo que tu quieres: el sí.
Presentas tu propuesta fabulosa… pero resulta que la respuesta del otro lado es…
NO.
Te dijeron que no.
¿Qué significa que te hayan dicho no?
Pudiera ser que ese “no” es…
…una decepción para ti.
…o una derrota.
…o pasa a ser una frustración.
¿Qué otra cosa podría significar que te hayan dicho que no?
Quizá puede significar que más bien, hay una oportunidad.
La oportunidad para cambiar.
O para mejorar.
De pronto para aprender algo y hacerlo diferente la próxima vez.
¿Qué otra cosa podría significar que te hayan dicho que no?
Podríamos seguir, literalmente ad infinitum, generando variantes sobre lo que esto podría ser.
Lo que quiero mostrarte con esto es que una circunstancia—como en nuestro ejemplo, que te dijeron “No”—puede generar muchos resultados. Todo de acuerdo al significado que le des.
Fíjate la multitud de significados: para algunos algo así puede significar una derrota; para otros el “no” implica una oportunidad de aprendizaje; otros concluyen “no me quieren”; para otros significa “yo no sirvo para esto”.
Es la misma circunstancia. Pero…
Lo que va a determinar lo que nosotros vamos a hacer de eso, lo que vamos a sacar de esa situación, va a depender del significado que le demos.
Todo está en cómo, desde nuestra mentalidad y manera de pensar, generamos una conclusión acerca de lo que las cosas son.Y quizá no son “nada”, hasta que uno las etiqueta. Porque las circunstancias no vienen con una “etiqueta” de fábrica. La etiqueta, el significado, se la ponemos nosotros.
Voy con una metáfora:
Tienes una botella de plástico en tus manos.
¿Qué contiene esa botella? Tú supones que es de agua, porque miras y resulta que la botella tiene una etiqueta de dice “Agua”.
Entonces, es por la etiqueta que determinas cómo te relacionas con la botella y su contenido. Pero en la botella podría haber alcohol, aceite o hasta un ácido mortal.
Cuando hicieron la botella en la fábrica, la botella no venía con etiqueta. La misma botella podría servir para contener no sólo agua… también podría contener veneno.
Así mismo, la circunstancia que tú estás viviendo en este momento, viene “sin etiqueta de fábrica”.
Cómo tú te relacionas con esto, va a estar marcado sobre todo por la etiqueta que le estás colocando a tu situación.
Así como con la botella, lo que te ocurre no tiene un significado predeterminado.¿Es bueno?
¿Es malo?
¿Es una amenaza?
¿Es una oportunidad?
Tú decides.
Tú eres quien va a determinar lo que eso va a ser para ti, desde la conclusión o el significado que tú le terminas dando a lo que te ocurre.
Una cosa más:
No porque le hayas dado antes un mal significado a lo que vives, significa que tienes que quedarte con eso.
Tú no eres el pensamiento. Tú eres el pensador.
Tú puedes escoger cada significado y conclusión que sacas acerca de lo que vives.
Quizá no puedas controlar ni evitar las circunstancias. Pero sí puedes ser dueño consciente de cómo las vives. Y eso, hace toda la diferencia.
Volviendo a la metáfora de la botella: quizá no puedas dejar de tener en tus manos la botella (esa circunstancia que no puedes evitar); pero sí puedes cambiarle la etiqueta, si la que tiene en primer lugar no te funciona.¿Sabes por qué esto es tan poderoso?
Porque al cambiar la etiqueta, cambias el contenido de la “botella”. Al cambiar la etiqueta, transformas los que vas a “beber” de ella.
Parafraseando a Wayne Dyer…
Cuando cambias tu conclusión acerca de lo que algo es, eso que es, cambia.
(Su frase, por cierto, es “Cuando cambias la manera de ver las cosas, las cosas que tú ves… cambian”).Escoge significados que te ayuden, que te den fuerza, y que te permitan conectarte con tus posibilidades.
Ejerce ese poder, esa libertad.
Al final es tu decisión.
¿Es malo?
¿Es bueno?
¿Es una amenaza, o es una oportunidad?
El significado se lo pones tú.
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